“Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.” Salmos 133.1 (LBLA)
Este bello salmo de David que habla de unidad y de armonía es un canto gradual. Según la tradición judía, estos salmos eran cantados por los peregrinos que iban subiendo hacia Jerusalén. La música es una de las expresiones humanas que más implica la idea de unidad entre las personas.
Desde el punto de vista acústico la unidad es la base sobre la cual se producen los sonidos. Por ejemplo la teoría de los armónicos que plantea como un sonido contiene dentro de sí mismo a otros sonidos; todos esos armónicos se unen y están presentes para generar una nota musical.
A lo largo de la historia los músicos hemos desarrollado conceptos, técnicas y prácticas que se aceptan coincidiendo en lo que significa para todos, y sobre esa misma unidad es que nos juntamos para hacerla posible.
Como músicos siempre buscamos unidad al ejecutar música en grupo. No hay nada más frustrante que empezar una pieza musical a destiempo. Cuando tenemos que tocar un riff en una canción queremos que suene amarrado y uniforme. Disfrutamos la música cuando todos tocamos en el mismo timing, sincronizados en un mismo pensamiento musical y emocional.
Para poder alcanzar unidad en la música, debemos dejar de lado un poco el “yo” y acercarnos para abrazar el “nosotros”. La unidad también se refleja cuando podemos aceptar el protagonismo de otros, aún cuando nuestro rol sea secundario; la orquesta sinfónica es una muestra maravillosa de esto.
En la orquesta, las distintas familias de instrumentos se unen sin importar sus diferencias; tienen un objetivo común y es el de producir armonía y belleza. Para lograrlo se debe seguir al director, quien decide el tempo, las dinámicas, la articulación de las entradas y las salidas, etc. Es un líder que no está para que los demás lo sirvan, sino que su función es ayudar al conjunto a tocar mejor. Ser líder implica dar lo mejor para que los demás trabajen juntos logrando la mejor versión de cada uno.
Esto es evidente porque la música ha trascendido las barreras de los idiomas, de las creencias, de las diferencias; brindándonos un sentido común como seres humanos. El poder de una canción se ve cuando el mensaje que porta ha reunido a muchas personas de distintos contextos, que de otra manera ta vez no lo hubieran hecho. Canciones como “Renuévame”, por ejemplo, han unido a los cristianos más allá de las tradiciones o formas diferentes de expresar su adoración. La música tiene un poder extraordinario para unir, no para dividir.
Seamos músicos que buscan la unidad, que la abrazan como parte de su responsabilidad y que la utilizan para el bien de otros.
“Seamos músicos que buscan la unidad, que la abrazan como parte de su responsabilidad y que la utilizan para el bien de otros.”
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