Unión que produce UNIDAD


Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti. Y que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo estoy en ellos, y tú estás en mí. Que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas tanto como me amas a mí. (Juan 17:21-23 NTV)

Jesús estaba hablando con su padre pidiendo por nosotros. Así como su sacrificio fue pensando en ti y en mí, también esta oración la levantó pensando en nosotros, anticipando uno de los grandes desafíos que tendríamos como Iglesia.

Es por eso que te invito a que podamos juntos explorar el poder de la UNIÓN que produce UNIDAD y que nos modela a Jesús.

1. La unión es el efecto de una misma misión.

Muchas veces hablamos y alardeamos acerca de la unidad, traemos esta palabra para utilizarla como una máscara piadosa y para hacer que la gente apoye nuestras ideas o eventos. Peor aún, creemos que podemos construir unidad alrededor de determinada actividad como un concierto o congreso.

Jesús, por el contrario, nos invita a caminar junto a él y en el caminar nos lleva a unirnos con la misión de construir su reino.

2. La unión se produce cuando hay conversación, no cuando hay monólogos.

Una de las cosas que podemos disfrutar de la Biblia son las conversaciones de Jesús, los Evangelios nos muestran su vida entre conversaciones, a tal punto que conversa con quienes “no podía”, y es que la unidad surge cuando reconocemos a nuestro prójimo, tanto en su historia como en lo que en sí mismo es. Jesús lo hizo con la mujer samaritana, también con el recaudador de impuestos, Jesús compartía su mesa sin distingo, hasta que incluso lo etiquetaron como amigo de publicanos y pecadores.

“Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían”. (Mc 2,15)

“Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Demonio tiene». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores». Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras”. (Mt 11,19)

Resulta curioso que un estudio reciente dice en los Estados Unidos, que el 40% de los cristianos no tienen relación con personas no creyentes. Me pregunto: ¿cómo compartir el evangelio si no tenemos conversaciones con quienes no lo conocen, o con quienes incluso han decidido desconocerlo?.

3. Dios se hizo uno (unión) conmigo.

Nuestra tendencia es hacer unidad con quienes piensan igual a nosotros. ¿Cuántas amistades, relaciones y congregaciones se han fracturado porque sencillamente no hay una misma o una idéntica forma de pensar? Y dando un paso más allá, luego del tal fractura, ¿Cuántas veces hemos hecho nuestro propio comité de “unidad” bajo una la propia línea de pensamiento?

De nuevo acudimos a Jesús y vemos cómo Él se despojó y se adaptó a un cuerpo humano. Esto me lleva a reflexionar sobre aquellas cosas que requieren que nos adaptemos para acercarnos a alguien. Hagamos un ejercicio sencillo, pensemos: ¿Cuándo fue la última vez que apoyamos una idea o actividad que no fuera nuestra? Si la respuesta es, recientemente o muy a menudo, hemos logrado, aunque sea en ocasiones, despojarnos de esa errada mentalidad de que siempre tenemos la razón o de que somos los únicos que tenemos buenas ideas.

Es por ello que te invito a que juntos podamos honrar a los demás, apoyando y reconociendo lo que Dios ha depositado en ellos, porque estoy convencido que en medio de una cultura de honra, no hay espacio para la división y para la ofensa.

Finalmente, Jesús no nos enseña un método para resolver nuestras controversias y diferencias, porque sabe que habrán de surgir, más bien nos invita a entrar en la habitación de la oración de Juan 17, en la cual no caben la rivalidad o los sectarismos. En esa habitación Jesús está orando para que nosotros “seamos uno” junto con Él y con el Padre.

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“En medio de una cultura de honra no hay espacio para la división ni para la ofensa.”

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