Transformados para transformar


“El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; Enseguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. (Hechos 9:15, 20)

La transformación es básicamente una obra de Dios a través del Espíritu Santo, pero se hace necesario dejarnos transformar por Él. No es otra cosa que la santificación progresiva, que nos hará comprender finalmente la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Afecta nuestra mente, también las distintas acciones y actividades que realizamos, y en general nuestro modo de vida. Ya no pensamos solamente en nuestro bienestar, y en lograr nuestras metas económicas o de posición social, sino que nos manejamos con otra mentalidad, estamos dispuestos a que sea la agenda de Dios la que nos impulse cada día, y es importante señalar que la agenda de Dios es la que nos traerá bienestar.

¿Qué camino estamos tomando? El Apóstol Pablo tomó un camino muy diferente al que había pensado que llevaría, sufrió una verdadera metamorfosis, un cambio interior, tuvo una renovación en su mente, no sólo del órgano del pensamiento y del raciocinio, mejor dicho, del corazón, del ser interior.

La Biblia presenta muchos casos de vidas transformadas. Tal vez has podido ser testigo de la evolución de algunas personas en tu entorno, seguramente en algún momento te ha tocado vivir personalmente cambios significativos. La vida del apóstol Pablo fue una transformación inmensa provocada por Dios, trayendo como resultado el cumplimiento de la voluntad y propósito de Dios, Pablo se convirtió en un instrumento extraordinario para Dios.


Siempre me ha llamado la atención que son pocos los creyentes que se involucran en labores misioneras, y mayormente se entiende que dicha labor está limitada a un día o un tiempo específico de evangelización, a eventos especiales y/o campañas referentes a las misiones; y que para hacer misiones y/o provocar cambios en otra persona necesitamos estar enfocados al 100% a otras culturas, sin embargo, no debe ser esta la única manera.

Dentro de este ambiente tan ocupado en el que nos encontramos, podemos ser creyentes transformadores bi-ocupacionales, siendo guiados por el Espíritu Santo para llegar a otras vidas. No te motivo a llevar una agenda individualista, sino a ser luz en tu entorno de trabajo, estudio, en tu comunidad, incluso mientras vas en el bus. A su vez puedes involucrarte en la congregación, con tus líderes y otros miembros del cuerpo de Cristo, porque hay vidas esperando ser transformadas por el Espíritu de Dios a través de nosotros.

Todo creyente tiene la necesidad y el mandato de llevar el Evangelio y discipular a otros. ¿Cómo lo hacemos?

Es posible hacer una adaptación cultural, buscando algún elemento en común con nuestros oyentes, lo que ayudará a llevar el Evangelio con un lenguaje comprensible. Esto no es nuevo, no sólo en estos tiempos se aplica, sino que en tiempos antiguos encontramos otros transformadores; como Pablo, que llevó una vida misional y de acuerdo al contexto cultural de su época dio a conocer el mensaje de Cristo.

Muchas veces al querer ser de impacto en la vida de otros nos sentiremos frustrados, lo que puedo decirte es que se hace necesario primeramente cambiar uno mismo, y es tan extraordinario cuando nos dejamos transformar por Dios que inspiraremos a otros.

Esta metamorfosis es real cuando nuestras oraciones no son vacías, cuando llevamos a cabo las disciplinas espirituales, cuando adoramos en todo tiempo y reflejamos el fruto del Espíritu. Mientras mayor es la transformación más procuraremos cumplir con la visión y propósito de Dios, nos moveremos según la agenda de Dios y no la nuestra, esto es llevar una vida misional.

Como por ejemplo Pablo, que pasó de perseguidor de cristianos a ser de influencia y expandir el reino de Dios, no sólo a los judíos sino, sobre todo a los gentiles. Pablo fue luz mientras se encontraba preso, luego de ser apedreado, al visitar en sus hogares a ciertas personas, en los caminos por los que pasaba; en todo momento pudo encontrar una maravillosa oportunidad para dar a conocer de Jesucristo.


Ponte a pensar, mira a tu alrededor y pregúntate: ¿En qué lugar me ha puesto Dios? ¿Cómo puedo ser luz aquí? sí, porque Dios te ha permitido estar en ese lugar porque ahí quiere también llegar a la vida de alguien y lo hará a través de ti, de mí y todo creyente transformado por Él.

Dios quiere cambiar tu agenda, para traerte a Su agenda y que seas un ente transformador. Debe existir un compromiso en nosotros, no circunstancial, debe ser al 100% y en todo momento.

Puedes seguir cumpliendo con tu misión en tu entorno local, mientras llega la oportunidad (que también es necesaria) de llevar la misión a otras culturas y etnias; y cuando llegue puedas decir: “Aquí estoy”.

Leí hace un tiempo una oración interesante de un escritor, Andrés Robert, este destaca que “Si levantamos la vista y afinamos nuestro oído vamos a escuchar el llamado de miles de pueblos… rogando… ¡Vengan a ayudarnos!”


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“La transformación es básicamente una obra de Dios a través del Espíritu Santo, pero se hace necesario dejarnos transformar por Él.”

“Ponte a pensar, mira a tu alrededor y pregúntate: ¿En qué lugar me ha puesto Dios? ¿Cómo puedo ser luz aquí?”

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Erick M. Concepción
         ICZ Santo Domingo


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