En la vida, enfrentamos desafíos que pueden parecer insuperables. Sin embargo, la Biblia nos presenta ejemplos inspiradores de personas comunes y corrientes, que a pesar de las dificultades, fueron imparables en su fe y determinación.
Un ejemplo de ello es el Apóstol Pablo, que escribe en su carta a los Filipenses: “No es que ya lo haya conseguido todo o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí” (Fil 3:12)
Encontramos en Pablo un hombre que dedicó su vida a compartir el Evangelio, a pesar de enfrentar persecución y sufrimiento. Su pasión por el llamado de Dios lo hizo imparable en su misión de llevar el mensaje de salvación al mundo.
IMPARABLES es nuestra palabra guía durante el 2024, nuestro lema. El diccionario define esta palabra como: “algo que es imposible o muy difícil de detener, parar o hacer que cese en su avance, movimiento o acción”.
Pablo reconoce que todavía no llegó a la meta, que aún hay cosas por alcanzar, pero declara algo fundamental que lo ayuda a continuar, el dice: “Sigo avanzando”
Alguien imparable es aquel que no se detiene, que tiene su mirada puesta al frente, alguien que sigue avanzando.
No sé vos, pero yo me he sentido muchas veces detenido, estancado; conociendo la palabra de Dios, recordando sus promesas, sirviendo a la iglesia, pero internamente frustrado, como corriendo sin llegar a ningún lado.
Al momento de escribir la carta a los Filipenses, mientras les declaraba “sigo adelante” El Apóstol Pablo estaba encarcelado en Roma, lugar en el que algunos años más tarde entregaría su vida por la causa de Cristo.
Eso me llevó a preguntarme: ¿Cómo podía avanzar alguien encarcelado? ¿Hacia qué lugar más que la muerte podría ir? ¿Cómo pudo cultivar y mantener esa pasión para ser imparable en medio de las pruebas y desafíos?
Encontré algunos principios que funcionaron en la vida del Apóstol, y que podemos aplicar en nuestras propias vidas para ser imparables al seguir nuestra pasión por Cristo y su obra en el mundo.
Vivimos en un mundo ruidoso y lleno de distracciones constantes.
Ya sea que tengamos que terminar un informe, ensayar una canción o competir en un maratón, nuestra habilidad para concentrarnos puede marcar la diferencia en el resultado que obtengamos.
El Apóstol Pablo tenia claro cual era su objetivo; él no buscaba nombramientos, no corria detras de eventos, no quería fama o poder, él quería a Cristo: “…yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo…” (Fil. 3.8)
Para enfocarse en una cosa hay que, por defecto, hacer caso omiso de muchas otras.
Alguien enfocado, es alguien capaz de ignorar todo lo demás a su alrededor.
- No mires las circunstancias, mira a Cristo
- No te compares con otros, mira a Cristo
- No mires al pasado,mira a Cristo
En tus mejores temporadas, o en tus peores días, la clave para seguir avanzando es mantener tu mirada fija en el autor y consumador de la fé (Heb. 12.2)
Si hay alguien que conoce de problemas, sin dudas es el Apostol Pablo (2 Cor. 11.24-26). Pero también es alguien que aprendió a encontrar oportunidades, a poder ver el oro en el barro.
“Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas obrarán juntamente para su bien, para los que conforme a su propósito son llamados” (Ro 8.28)
Este versículo nos muestra la importancia de encontrar oportunidades en medio de la dificultad; nos recuerda confiar en que Dios puede intervenir en todas las circunstancias para el bien de aquellos que le aman.
Alguien dijo: “Si crees que funcionara verás oportunidades, sino, verás solo obstáculos”
“...Si no tengo amor nada soy…” (1 Cor. 13.1-13)
Leí algo que me pareció muy interesante:
- Los ríos no beben su propia agua
- Los árboles no comen sus propios frutos
- El sol no brilla para sí mismo
- Las flores no esparcen su fragancia para sí mismas
Vivir para otros es la regla de la naturaleza. La vida es buena cuando tú estás feliz, pero la vida es mucho mejor cuando otros son felices por causa tuya.
Nuestra naturaleza es el servicio.
Cuando sirvo a Dios por amor, cuando sirvo a otros por amor, entonces soy imparable. Puedo seguir adelante porque no voy a estar esperando nada a cambio. Mi vida no va a estar limitada por aplausos o críticas; voy a vivir una vida espaciosa, amplia, que ha entendido y experimentado las palabras del Maestro: “mejor es dar que recibir” (Hch 20.35)
Seguí adelante, aún hay más.