Dios corona a sus íntimos


El Salmo 23 es, sin duda, uno de los pasajes más hermosos y emblemáticos de la Biblia. Su autor, el rey David, lo escribió en su madurez, posiblemente durante su reinado en Israel. En este salmo, David nos invita a conocer a Dios como nuestro Pastor, Aquel que cuida de nosotros en todo momento.

Un detalle poderoso que a veces pasa desapercibido en este salmo está en su última frase: “Y en la casa del Señor viviré por siempre” (Salmo 23:6). Esta idea no es un pensamiento aislado; David expresa el mismo anhelo en el Salmo 27:4: “Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo”.

¿Qué refleja este clamor? Una vida completamente centrada en la presencia de Dios. David no buscaba la grandeza ni la aprobación humana; él buscaba a Dios. Su prioridad era la intimidad con el Señor, y esa relación cercana fue, sin duda, una de las razones por las que Dios lo eligió como rey de Israel.

En contraste, Saúl, su predecesor, fue desechado por su desobediencia y su deseo de agradar a los hombres antes que a Dios. Fue entonces cuando Dios envió al profeta Samuel a ungir a David:

"Llena tu cuerno de aceite y ve a Belén a ver a un hombre llamado Isaí, pues he elegido a uno de sus hijos para ser el nuevo rey” (1 Samuel 16:1).

¿Por qué eligió Dios a David? Porque era un hombre conforme a Su corazón (Hechos 13:22). Su vida era una expresión de amor y fidelidad hacia Dios, y eso es algo que sigue tocando corazones siglos después.



¿Qué significa esto para nosotros hoy?

Si hay algo que quiero que recuerdes de este mensaje es que Dios corona a sus íntimos. Él confía en aquellos que lo buscan sinceramente, no por lo que Él puede darles, sino por quien Él es. Su mayor anhelo no es colocarte en posiciones de eminencia, sino caminar contigo en una relación de amor y obediencia.

La historia de David también nos enseña que no basta con llegar a un lugar de autoridad o influencia; nuestra intimidad con Dios nos prepara para permanecer fieles en esas posiciones. ¿Cómo puedes cultivar esa intimidad? Aquí hay algunas ideas:

  1. Dedica tiempo todos los días para estar con Dios: Haz del tiempo en oración y lectura de la Biblia una prioridad. Si quieres profundizar en el papel de la oración en la vida de un adorador, te recomiendo este episodio de ICZ Podcast en el que hablamos del tema.
  2. Busca espacios de adoración comunitaria: Estar con otros creyentes que comparten tu fe fortalece tu relación con Dios, y te anima a cultivar tu intimidad con Dios cuando pierdes la motivación para hacerlo.
  3. Aprovecha la música como una herramienta: La música siempre fue un vehículo para que David expresara su adoración. Recuerda que si sientes un llamado a desarrollar tus dones musicales, en Instituto CanZion ofrecemos formación para músicos que desean servir al Reino de Dios (encuentra más información en este enlace).

Que la vida de David te inspire a buscar a Dios con todo tu corazón. Haz que tu mayor deseo sea estar en Su presencia, vivir en Su casa todos los días de tu vida, y dejar que Él transforme tu vida desde ese lugar de intimidad.