El adviento y las misiones



El Adviento es una experiencia de vida hacia la “espera” frente a la celebración de la Navidad o de la segunda venida de Cristo.

La palabra Adviento significa “llegada” y claramente indica el espíritu de espera y preparación que los cristianos deben vivir. Al igual que se prepara la casa para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estancia con nosotros, durante los cuatro domingos que anteceden a la fiesta de Navidad los cristianos renuevan el deseo de recibir a Cristo por medio de la oración, el sacrificio, la generosidad y la caridad con los que nos rodean. Y aunque podamos considerar que Adviento deber estar presente los 365 días del año, creemos que vivir esta experiencia ante la llegada de la Navidad, puede ayudarnos a la conciencia y la práctica de este ejercicio para nuestro estilo de vida.

El Adviento se convierte en la antesala que nos permite acercarnos a nuestro prójimo y acompañarle. Un tiempo donde poder identificar sus necesidades y en la medida de lo posible, estar atentos en sus procesos de búsquedas, encuentros, distancias. Asímismo, nuestros propios encuentros complementados por el mismo sentir que nos une. “Gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios, así nos visitará desde el cielo el sol naciente, para dar luz a los que viven en tinieblas, en la más terrible oscuridad, para guiar nuestros pasos por la senda de la paz” (Lucas 1:78-79).

Acercarnos a la celebración de la Navidad e inspirarnos en la vida y figura de Jesús, nos estimula a renovar nuestra identidad como luz en esta tierra. Mateo nos recuerda: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:14-16).

Esta práctica nos acerca, de forma tangible, para presentar la gracia en armonía con las buenas obras, un acercamiento en plena comunión del ser, su existencia y la comunidad. Una manera de familiarizarnos y mostrarnos un amor mutuo. 1 Corintios 4:27 nos recuerda el valor del cuerpo, del que hacer en el entorno al cual accedemos, y viéndonos desde una horizontalidad, como partes importantes para una misma misión.

“La alegría de la Navidad es auténtica sólo si es compartida con gestos concretos en favor del que sufre... Una iniciativa concreta, inmediata, eficaz, para una Navidad compartida, misionera. En el corazón de los feligreses que acogen esa iniciativa Jesús nace de veras. ¡Sólo así se celebra una verdadera Navidad cristiana! Así la fe se fortalece y se difunde.” (Romeo)