Los beneficiarios


Por: Gabriel Diaz

«Pues es Dios quien provee la semilla al agricultor y luego el pan para comer. De la misma manera, él proveerá y aumentará los recursos de ustedes y luego producirá una gran cosecha de generosidad en ustedes. Efectivamente, serán enriquecidos en todo sentido para que siempre puedan ser generosos; y cuando llevemos sus ofrendas a los que las necesitan, ellos darán gracias a Dios».  (2a Corintios 9:10-11 NTV)

En el primer viaje que realizamos con mi familia a Guinea Bissau, los líderes de una comunidad nos recibieron con lo mejor que podían ofrecer, rápidamente nos acercaron agua fresca y nos condujeron bajo un árbol muy frondoso, su sombra era el lugar más agradable para hacer las presentaciones propias de nuestra visita. Nos reunimos, me ofrecieron una silla que era de madera y se encontraba muy deteriorada, tanto que mi atención en la charla se debatía entre dos pensamientos: escuchar a los líderes locales y sus necesidades y no caerme del asiento. Luego de aproximadamente una hora, nos lanzaron el desafío: «Necesitamos una escuela. Nuestros jóvenes son analfabetos, nuestros niños no saben leer ni escribir. El último profesor de esta aldea murió hace ocho años y desde entonces no hemos tenido a nadie que pueda dar clases».


Días después, luego de establecer algunos vínculos, fui a una reunión con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en el predio de Naciones Unidas en Bissau. En ese encuentro también estaba el responsable del Programa de Alimentación Mundial (PAM) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que tenía un proyecto de comedores escolares y distribución de alimentos a los niños durante los recreos. El representante me preguntó: «¿Quiénes son los beneficiarios de su proyecto?». Me quedé sorprendido por la pregunta y por el término usado: Los beneficiarios.

Es interesante que muchas veces luchamos en nuestro interior con este pensamiento: ¿en qué me beneficiaría a mí este proyecto, contacto o amistad? A pesar de que el foco debería estar puesto en el prójimo, en reiteradas ocasiones, consideramos primero nuestra vida. Es como cuando nos sacamos una «selfie» siempre prestamos especial atención a nuestra sonrisa. Evaluamos rápidamente si la foto salió bien o mal, dependiendo de si muestra nuestro mejor lado. Cuando hacemos «click» para una «selfie» somos el único punto de interés. Te puedo asegurar que si se trata de una foto grupal, es muy probable que les digamos a todos si salió bien o mal, de acuerdo a cómo hayamos salido nosotros.

«Saquemos otra, que no salió bien», propones, cuando lo que en verdad deseas es salir mejor tú. Sin embargo, este representante de la ONU me llamó la atención y me vi en una situación desafiante, que era buscar verdaderamente quiénes serían los beneficiarios de mi vida.

No siempre dispondremos de todos los recursos materiales para dar, pero lo que es realmente necesario es dar tu corazón, tu interior, y hasta tu propia vida.


Es como tener un cartel imaginario sobre la frente que dice: «Estoy listo para servir». Pensar quién se beneficia con mi vida es dar color y propósito, es soltar un pincel en nuestra mente que puede crear una obra maestra en favor de otros.

El deseo de buscar los beneficiarios constituye un desafío, pero es simple. Levanta tus ojos y mira hacia el otro lado como si estuvieras a la margen de un río. Puedes ver miles de personas nuevas en la otra orilla a las que podrías conocer, saber sus necesidades, sus nombres, dónde viven, cómo son sus casas, sus vidas, cuáles son sus sueños, qué los motiva vivir día a día, y sobre todo si tienen esperanza.

No es necesario ir muy lejos, siempre digo que África está a la vuelta de tu casa, encuéntrala.

Aumenta el espectro de tus relaciones, que normalmente está constituido por personas que conoces desde hace mucho tiempo, con quienes compartes una experiencia en común o que se asemejan a ti.

No recuerdo una sola vez que haya salido de mi zona de confort, de la que me arrepienta. El secreto del éxito de una nueva relación es acercarnos con el sentido de ayudar, siempre será mejor que ir al encuentro de algún beneficio personal.


Vence la rutina de «lo mismo»: el mismo restaurante, el mismo café, el mismo camino para llegar al trabajo. Desarrollar nuevos hábitos es un proceso que requiere cambios de actitud. La rutina se convierte en un muro que nos impide ver a los beneficiarios.

Me quedaron en el corazón cuatro puntos que son transformadores:

  • Trabaja para que tu futuro sea mayor que tu pasado.
  • Que siempre tu contribución sea mayor que tu recompensa.
  • Que tu desarrollo sea mayor que tu aplauso.
  • Que tu gratitud sea mayor que tu éxito.

Para compartir en tus redes:

“No siempre dispondremos de todos los recursos materiales para dar, pero lo que es realmente necesario es dar tu corazón, tu interior, y hasta tu propia vida”. 

“Pensar quién se beneficia con mi vida es dar color y propósito, es soltar un pincel en nuestra mente que puede crear una obra maestra en favor de otros”.

“El secreto del éxito de una nueva relación es acercarnos con el sentido de ayudar, siempre será mejor que ir al encuentro de algún beneficio personal”. 

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Extraído y adaptado del libro “Tu vida como puente” de Gabriel Diaz Copyright ©2018 - ISBN 978-989-54221-2-8