¿Está llamado un músico cristiano a hacer misiones?



Esta es una pregunta difícil de contestar para los músicos, no necesariamente por dudas sobre la necesidad de “hacer misiones” sino por la demanda de trabajo que tiene un músico cristiano en este tiempo. Varios ensayos en la semana, compra de equipos musicales, práctica individual de su instrumento, arreglos musicales, pruebas de sonido y varias presentaciones el domingo y en el resto de la semana; en la mayoría de los casos, ¡todo esto voluntariamente! A su vez, se añade el resto de sus responsabilidades individuales como lo son otros trabajos, los estudios y/o la familia. Así que los “charts” y las partituras tiradas en el carro, en la sala o en el cuarto, ¡son cosa de esperarse! 

¿Cómo hacemos misiones entonces?

La agenda de un músico cristiano no es necesariamente el problema para “hacer misiones”, sino hacia donde están invertidas nuestras fuerzas semanales como Iglesia. En la Iglesia actual sufrimos de una fuerte inclinación hacia la institucionalización de la iglesia, en vez del movimiento inicial de transformación de vidas y comunidades por medio del evangelio de Jesús (véase el libro de los Hechos). En palabras más sencillas, esto quiere decir que la mayoría de nuestros esfuerzos eclesiales van dirigidos a sostener el evento del domingo en la mañana, dentro del edificio que hemos construído y el desarrollo más allá de nuestras paredes es limitado. Recuerdo que un buen amigo contaba la historia de una niña de su congregación que vio como las personas de la iglesia lloraban por la muerte de un hermano militar que murió estando en servicio (“on duty”). La niña se entristeció y les preguntó en cuál servicio había muerto; si en el de las 9:00 am o en el de las 11:00 am. Ciertamente, nos pasa como a esta niña. Estamos un tanto confundidos con la palabra servicio y si bien es cierto que el domingo servimos y que la actividad de adoración congregacional es fundamental para la vida del cristiano y de la Iglesia, no podemos quedarnos sirviéndonos a nosotros mismos. 

Una situación similar les ocurría al sacerdote y al levita de la parábola del Buen Samaritano, contada por el propio Jesús (Lucas 10: 25-37). En la misma, Jesús relata como ambas figuras prominentes del servicio en el Templo, no pudieron aguantar probablemente la presión de sus propias agendas, la presión de sus sistemas religiosos y diferencias culturales o aún su propio egoísmo; y al ver la necesidad, siguieron de largo. Por el contrario, Jesús presenta en esta historia a este hombre samaritano, de cultura diferente, que va por encima de sus temores, su posición, su agenda y se detiene. Su ayuda le cuesta romper con su tiempo y dos días de salario.  Aún así, el relato cuenta como este hombre se mantiene alerta para que la recuperación del herido sea completa. Jesús termina la historia diciendo: “VE TU y haz lo mismo.” Un dato interesante es que Jesús no dice: “Cuando te pase lo mismo, haz lo mismo.” en términos del futuro. Si no que dice “VE” en tiempo presente, estableciendo que la necesidad está ahora, que es un mandato y que tenemos que exponernos a ella. 

En Instituto Canzion este mes de octubre celebramos el MISSIO DEI, la misión de Dios al mundo; la obra de la Iglesia que se levanta y VA. Celebramos la diversidad de naciones que tenemos representadas en nuestras más de 80 escuelas alrededor del mundo y celebramos los miles de músicos que trabajan en la misión constante. Estos músicos a través de sus composiciones, arreglos, producciones, direcciones, ejecuciones, enseñanzas y acompañamiento en general impactan al mundo; desde su comunidad local hasta el rincón remoto de algún país extraño. 

En Instituto Canzion creemos que hacer misiones no únicamente se limita a la misión transcultural (aquella que visita otra cultura/ otro país) sino que como cristianos estamos llamados a portar la misión constantemente en donde quiera que estamos y en el AHORA; con nuestro talento musical y aún más allá de ésto.  Creemos que en ocasiones tendremos que salirnos de nuestra rutina de músicos, como el Buen Samaritano se salió del camino, para atender una necesidad especial.  Ahora bien, nuestra mayor propuesta es que como músicos, definamos zonas de necesidades en el mundo y acorde con nuestros talentos, nos preparemos y nos sumerjamos en ellas, ejerciendo la función del Buen Samaritano, como rutina de vida. Entonces, ya no se trata de integrar la tarea de “misiones” como una tarea más a nuestra rutina musical religiosa y hacer “checkmark”, sino vivir en el centro de la misión que justamente fuimos llamados a hacer. Una vez viviendo dentro comprenderemos y disfrutaremos que fuimos “…creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10 RVR1960)